LA POESÍA ES ALQUIMIA

ENTREVISTA A NERI CARUNCHIO.

«Mi nombre es Nerina Carunchio, pero me gusta que me digan Neri. Nací en Pergamino en febrero de 1995, acuarianx. A los 18 años me fui a estudiar Ciencias Ambientales a Capital Federal pero yo ya sabía que quería estudiar teatro, disciplina artística que estaba en mis venas desde que nací y había comenzado a explorar a los 12 años. Así que un año después ingresé al IUNA (ahora UNA – Universidad Nacional de las Artes) a estudiar la Licenciatura en Artes Dramáticas. Lugar en el que me encontré con personas maestras para mi proceso creativo y en el que me reencontré con la poesía, otra gran pasión que habitaba en mi desde niñx.

Soy una persona no binaria y eso describe bastante cómo veo y siento al mundo. Me cuesta ser blanco o negro, amo los colores, los matices, los grises, las formas locas, las maneras propias, la exploración del deseo por fuera de la norma. Por ende, leer al mundo por fuera de lo binario, me ha hecho recorrer caminos impensados, hermosos y también dolorosos. Mi identidad es política y el arte es el vínculo que más amo en esta vida, y el que más tiempo duró también (ja ja ja)».

Neri Carunchio

¿Cuándo consideras que fue tu inicio en la poesía?
La verdad es que no tengo un registro tan claro cuándo me inicié en la poesía. Podría decir desde que tengo memoria. Recuerdo escribir raps para las juntadas familiares (cumpleaños, fiestas), era una forma, creía yo, de ser escuchadx entre una familia adulta. Entonces agarraba la guitarra y recitaba algo, rapeaba, cantaba, hacía una dedicatoria. Después regalaba cartas escritas en verso, un montón, a amigxs, a familiares, a profesores. Recuerdo también que en primaria nos propusieron escribir un libro entre todo el curso y escribí unos cuantos poemas de amor, cosa que no entendí bien de qué hablaba, cuándo los leí muchos años después, de dónde venía ese desarraigo amoroso a los 8 años. Por eso digo, no sé bien si esto lo creé yo o ya vino conmigo. En Capital me reconecté con la lectura, la escritura y la poesía oral y sólo sé que es un camino de ida.

¿En ese proceso aparecieron algunos maestros?
Me acuerdo la primera vez que leí a Clarice Lispector. “Agua viva”. Y flashé.
De repente no había estructura, era un vómito. Clarice reflexionaba y filosofaba sobre todo, se agarraba de algo y se iba por las ramas, volvía, era agua por dónde lo mires. Y ahí me di cuenta que yo escribía, que no tenía que saber tanto ni tener un título, que lo que yo escribía todo el tiempo, podía generarle a alguien cómo lo que Clarice me generó a mí. Que mi forma de escribir era válida si yo la validaba primero. Y así empecé a darle curso a eso, a escribir, a pulir, a leer en antros de Buenos Aires.
Tenía una novia que me presentó a Sbarra. “Los pterodáctilos”. Y quedé de cara.
Me di cuenta de que podía hablar de amor y del dolor de una manera poética, sin decir siempre lo mismo, sin graficar tanto pero sin, necesariamente, ser solemne. Conocí la belleza poética, la pregunta que desarma. Y junto con él, viví mi primer desamor.
Después conocí a Susy Shock. Recitaba “Yo, monstruo mío”. Y me transformé.
Ella estaba diciendo en voz alta lo que yo sentía. Y lo recitaba de una manera tan sentida, desde su corazón, desde su amor, tan ella, tan verdad. Era la musicalidad propia de la disidencia. Ahí mismo me enamoré de la poesía oral y supe que también podía gritar mi lucha.
Viví en Portugal dos años y escuché lecturas de Fernando Pessoa. Y se me abrió otro mundo.
Puede unx, con la poesía, jugar a ser quién quiera ser. Muchas veces la poesía es autorreferencial, pero este hombre jugaba a tener diferentes pseudónimos sin quitarle a su prosa el cuestionamiento político que necesita este mundo. Y yo, tan acuarianx, ahora sé que puedo hablar desde todas mis personalidades. Me amigué con que mi voz no es una, sino que son todas, todas mis partes, todas las personas que conozco, sus historias habitan en mí. Y yo soy canal, soy fuente de versos. No tengo un estilo, escribo de la naturaleza, de lo vincular, de la disidencia, de lo roto, del amor, del dolor, de la migración, de todo. Si al fin, ¿qué no es poesía?
Pizarnik, Mariano Blatt, Ioshua, Camila Sosa Villada, son otrxs autores, algunxs de todxs, que han inspirado mi arte.

No hace mucho presentaste tu libro Transacuático ¿Cómo lo fuiste estructurando y cómo te animaste a publicarlo?
“Transacuático” es mi primer “poema único” publicado por la editorial Milena Pergamino. Un sueño hecho realidad podría decir. Mi primer libro, unx hijx que deseaba mucho dar a luz por la temática que aborda y lo que significa para mi compartir lo que la naturaleza me dijo varias veces al oído.
Lo primero que escribo de Transacuático es una pregunta y un primer fragmento en un espacio autoconvocado, de exploración y producción literaria, entre personas de distintas partes del mundo para hacerle frente al encierro pandémico: “Entrecables”.
Luego, cada vez que tenía un contacto fuerte con la naturaleza, dónde me bajaba información o se me despertaban preguntas sin respuestas, pero con el curso abierto de interpretación, volvía a ese documento para volcarlo todo ahí.
Más tarde, Majo, fundadora de la editorial, me escuchó leer un texto largo, narrativa, en un ciclo y me convocó a editar este tipo de textos. Pero yo no tenía casi nada de narrativa, así que le propuse poemas, pero la editorial acababa de publicar poemas y querían algo diferente. Así que se los di, algo diferente: Transacuático. Un poema único de principio a fin. En ese momento era la mitad de lo que terminó siendo y cuando me dijeron que les convocaba la propuesta, le dimos para adelante. Recolecté muchas anotaciones sobre la naturaleza que tenía dando vueltas por fuera de ese texto y otras cosas que fui procesando adentro y pude darle lugar ahí mismo, durante el proceso.
Transacuático es mi primer hijx, un canto a la transformación, una invitación a sumergirse en el agua, a reencontrarnos con nuestra naturaleza.

¿Qué entendés por poesía, cómo la definirías?
La poesía lo da todo. No escatima, no discrimina.
Cualquiera que tenga una hoja y un lápiz puede hacer poesía, y le que no sepa escribir y leer, hace poesía con las manos, en su cotidiano.
La magia de la poesía habita en cada gesto, en un paisaje, en una comida hecha con amor, en la música, en los sonidos del alba.
Una vuelta en bici es poesía. Un beso es poesía. Una madre llorando a su hijo muerto en manos de la policía, es poesía.
Las palabras le dan forma a esa poesía, la vuelven materia, le dan legitimidad, pero la poesía es todo, puede darlo todo.
Y yo, yo hago poesía sabiendo que es la alquimia de lo que me genera la poesía misma del mundo y esa entrega transformada por mi, curada por mi, entiendo que llega a los puertos que tiene que llegar, resonar y abrazar. Mi poesía llega a quién siente, ve y vive el mundo como lo siento, vivo y veo yo, o quién está en esa búsqueda y todavía no lo sabe.
Yo hago, leo, recito, performateo poesía con el corazón, y eso mueve cosas. No importa cuáles sean, no necesito saberlo, sólo sé que cuando unx se expresa desde el corazón, los otros corazones se encuentran, y si algo se mueve con mi expresión, yo ya soy feliz, me convierto en poesía misma, algo en mí late más fuerte.
Si tuviera que adjudicarle, sólo una palabra, diría que la poesía es Alquimia.

¿Es posible la poesía en esta inmensa región sojera?
Es posible y es necesario. La poesía también es política. Y dar la lucha desde la voz, decir, gritar lo que nos mata, señalarlo, es necesario. A veces, no somos conscientes de que lo que pensamos, al ser dicho, puede concientizar, empoderar a le otre, abrirle los ojos, dar a conocer otras luchas que a veces no son las propias, o con más razón, nombrar nuestras luchas. Es necesario y fundamental nombrar a las cosas que este sistema niega, invisibiliza, manipula, oculta y con las que este sistema mata. La fumigación en nuestras tierras es muerte, y la poesía le da vida a la tierra. La revolución es nuestra responsabilidad, el arte es la herramienta fundamental para darle batalla a toda esta negligencia.
Porque el arte es corazón, y a las instituciones del dogma les falta basta.

1
Todo lo que toco se rompe en pedazos.
Miro mis manos,
ya no son las mismas.
Están viejas
puedo sentir las grietas.
La experiencia
se talla en mis palmas como surcos de ríos.
La culpa
corta la vida del río antes de desembocar por mi brazo.
Conozco todos y cada uno de estos canales
y eso un poco me tranquiliza
saber que no puedo conocerlo todo
otro poco me asusta.
Todo lo que toco se rompe en pedazos.
Y cada astilla
tiene el nombre de alguna esquina de Buenos Aires en la que fui feliz.
En mi cuarto sólo entra mi cama y un par de cds.
Al pacha lo demolieron para hacer otro edificio.
Yo deje de hacer Briggitte para recitar poesía en antros.
El almacén de abajo cerró por falta de presupuesto.
Sé que todavía soy joven
pero miro mis manos y las veo viejas.
Algo de mí ya se está yendo, cómo un río que se seca.
En mi pecho el barco se hunde,
y el ancla está tatuada en tus manos.
Tus manos, más jóvenes
menos viejas que las mías.
Todo lo que toco se rompe en pedazos.
Descolgar los cuadros de mi cuarto
se parece a ahogarse
y dejarse arrastrar por la fuerza de la naturaleza.
Y tus manos que tienen el ancla
ya me soltaron
Y mis manos,
mis manos ya no pueden agarrarse de ninguna rama suelta.
2
“Nadie va a venir a revolver tu cabeza”
Me dijo “soltalo” y corrió las cartas,
puso las manos en la mesa
me miro las mías,
leyó entre las líneas
“hay algo que quema”.
Se incendia todo,
se prenden fuego las caretas.
“Nadie va a venir a revolver tu cabeza”
pienso en qué decir,
si es que hay algo,
me angustio porque me aburro
y me pongo triste porque pienso demasiado.
“Nadie va a empujarte si no cambias la cabeza”
el sol nos salva y el sol quema.
¿Por qué sabemos lo que nos hace bien
y lo dejamos en la puerta?
Salgo a la calle como un acto de supervivencia.
Le digo a la cabeza “respirá”
que hay que soltar la cabeza.
Me rompe la jeta el rayo,
me abro en dos y después en cuatro,
en diez, en veinte, en cuarenta pedazos,
me vuelvo partículas de luces flotando.
Ya no me desarmo como antes
aunque todo se haya roto
aunque yo sienta que me voy apagando
aunque el mundo sea un lugar sensible lleno de naufragios
aunque nadie revuelva en su cabeza
y se pregunte lo fundamental,
en vez de preguntarlo.
Ahora me desintegro, me voy volando
floto hasta desaparecer
pero mi cuerpo te sigue escuchando.
Tus palabras son canales que me llevan a otro lado:
ahora nadie revuelve cabezas,
estoy viendo las de los pibes que nos balearon.
Desde la cúpula de la tierra observo,
nos veo separados.
Sueño con otras cosas,
lo colectivo como camino aliado.
Pero cuando vuelvo te veo distraído,
en un mundo tan tuyo,
siempre solo, egoísta y fanatizado.
“Es la falta de memoria” te digo,
es el silencio incómodo que ahora llena el vacío en este cuarto.
Acá no entra el sol pero igual quiero disolverme,
desaparecer y conmigo mi historia,
aprovechar la falta de memoria
y que nadie me recuerde,
que me pierdan el rastro.
Que se vaya conmigo mi mente,
que deje de ocupar espacio.
Dejar que me lleve la muerte,
que mi nombre se entierre en el pasado.
Pero estos giles se acuerdan de lo que quieren
y mientras chupo birra
chupo birra
chupo birra
nombran a esta careta
y pienso en algo que se queme.
Que me queme,
que nos queme,
que se queme.
Por favor que todo se queme
que se queme todo y con el fuego volverme
en las cenizas
la evidencia de un incendio que generó nuestra especie.
Que se queme,
que me queme,
que me prenda fuego con la vida,
que me incendie,
que te incendies.
Que se queme todo,
que algo cambie esta actitud inerte.
Por favor que se incendie,
que se ilumine la tierra para ver lo que resiste,
la llama de la génesis,
la chispa que nos encuentra,
la fogata que nos refleja,
la luz que nos mueve.
Por favor que salga el sol y todo se queme.
3
Te voy a gritar desde el otro lado de la calle.
Que ya estoy lista.
Que este es el momento.
Pero no te vas a acordar de mi nombre.
Aunque juraste recordarme.
(Soy puntual pero siempre llego tarde, es una cuestión de idiosincrasia).

Rafael Restaino
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