– ¿Te animas a entrar?
– Yo no. Noooo.
– ¿Por qué?
– P o r que t e n g o… tengo… MIEDO…
– ¿Miedo a que?
– Mmmmm. No sé… Miedo a que aparezca algo que no me guste… Miedo a que me asusten… Miedo a que abra y no haya nadie…
– ¿Sabes una cosa?, todos tenemos o tuvimos o vamos a tener alguna vez miedo. ¿Me contas a que le tenés o le tuviste miedo? Yo tengo una fórmula mágica para que se vaya… ¿Y vos?
comenzamos con
los miedos
¿les parece?

EL MIEDO DE PATITO.
Yo tengo miedo de que coman todas las milanesas que están en la fuente mientras estoy comiendo la mía. Entonces como rápido rápido mirando la fuente todo el tiempo y antes de terminar la pincho y me la sirvo. Ja. Te jodi. Mi papá me mostró este videito y me encantó…

EL MIEDO DE JOACO.
A mi algo que me puede dar miedo, es estar solo, solo y que alguien me agarre y estar perdido.

EL MIEDO DE INÉS.

EL MIEDO DE ANDREA.
¿Qué tal? Soy Andrea. Soy seño y tengo 46 años. Soy amiga de Muma y cuando me contó de que era este mundo me acordé de que cuando yo era chiquita tenía dos miedos muy muy gigantes que me los habían puesto los grandes. ¡Cuidado! No te vas a tragar el chicle que si no te nace una planta de chicles en la panza. ¿Se imaginan el terror que tenía? Y el otro me lo decía un tío … «Se te van a reventar lo cachetes» ¿se imaginan? Casa vez que comía pensaba. ¡Voy a explotar por los cachetes! Mucho, mucho miedo tenía.
La Muma me dijo que lo de los chicles podría ser re copado. Porque si me crecían chicles podía convidarle a todo el mundo y lo de compartir es de bueno.

EL MIEDO DE MARITA TERREMOTO.
Hola soy Marita, cuando era chiquita me decían “Marita terremoto” porque siempre estaba haciendo algún lío. Ahora ya soy grande y me porto muy bien. El miedo más grande que tenía era cuando venía la enfermera a ponerme una inyección. Corría por toda la casa y me escondía, pero siempre me encontraban.

EL MIEDO DE ANA.
Soy Ana, tengo uno años y muchas niñeces. No tenía muchos miedos de chiquita. Solamente a la tardecita aparecía el miedo a perderme. A la noche soñaba sueños muy feos con eso. No podía gritar. No podía correr. Las calles terminaban en paredes, me despertaba y cuando me dormía seguía soñando lo mismo. Entre ese despertar y dormir en un momento decía. ¡Basta! ¡Esto no me gusta… despertate! Y me quedaba con los ojos bien abiertos. Cuando salía la luz del sol todo el miedo desaparecía.
Zulma Martini | La Muma
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