PALABRAS QUE EL VIENTO NO SE LLEVÓ POR AURELIA ALESSO

MÓNICA RODRÍGUEZ ECHEGARAY.

Una palabra acerca de las palabras.

Seguimos el recorrido de una hoja de papel – en Sin salida- que volaba desde un primer piso porque estaba en blanco. Realizaba un viaje plagado de percances. Al final, la hoja que no encontraba al escritor que estaba buscando, volvía al mismo lugar.

Las palabras de Mónica Rodríguez Echegaray son como esa hoja: salen por la ventana de sus ideas, ideas que habitan prolíficas en su cabeza, y ella las deja volar. Recorren con gran presencia lugares en los que pueden ser oídas o leídas. Van, han ido e irán de aquí para allá. Con la misma inquietud y agilidad de su dueña. Y en cada manifestación tendrán algo certero para decir.

Pero era necesario reunirlas. Las palabras, de una vez por todas, tenían que encontrarse con la hoja de papel que había equivocado su rumbo. Y a la hoja le urgía llegar a la escritora que estaba buscando. Y las palabras tuvieron el lugar que merecían. Porque las palabras deben ser escritas para que puedan ser leídas.

Palabras que el viento no se llevó -de Mónica Rodríguez Echegaray- invita, a través de los textos que fueron elegidos para esta obra, a seguir el vuelo de aquellas hojas que, ahora, no están en blanco.

Hay palabras que juegan, otras que afirman, algunas denuncian y otras analizan. No faltan, tampoco, aquellas palabras que danzan en el espacio asignado por los renglones de manera graciosa y sutil. Palabras con aromas naturales y brisas frescas. Sin dudas, quienes lean, reirán junto a aquellas otras que les provoquen sorpresa o alegría. Y está bien que eso suceda porque, en otros textos, se encontrarán intentando aflojar algún nudo en la garganta.

Eso sí, ninguna palabra los dejará indiferentes.

Tienen, estas inquietas voladoras, una propiedad que vale la pena resaltar: son presurosas y pragmáticas. Como si en cada obra terminada, su autora nos dijera ya está, te lo dije, ahora, hacete cargo vos.

Por eso leer a Mónica siempre es interesante. Te capta, te lleva por el recorrido que no imaginaste andar y te despide con poca ceremonia. Seguí pensando.

Entonces, copiando su ritmo siempre en movimiento, dejo este preliminar para invitar a quienes tengan el libro de Mónica en sus manos a empezar el caminar el sendero de las palabras.

Aurelia Alesso

Mónica Rodríguez Echegaray
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